Bar Sacramento

Esta semana El Tapeador visitó un nuevo bar ubicado en la Calle Feria. Hablamos del Bar Sacramento. Un local de decoración rancia-molona-vintage, en el que podrás comer huevos, chorizo y chistorras de las buenas, carnes, patatas fritas de las de la abuela y algunas cosillas más, todo de la tierra. ¡Y nos encantó!

Es curioso lo difícil que resulta a veces encontrar unos buenos huevo fritos con patatas en la calle, en estas fechas que hace frío y lo que te apetece es un buen plato de esos que te servía la abuela, aceitoso y que llene, ¡mmm la boca agua!

El Bar Sacramento es un local sencillo, la decoración te hará reír, posters de películas y discos de Rafael, cuadros vintage de los que había en toda buena casa ochentera y mesas y sillas de madera.

El servicio es inmejorable ya que el personal es simpatiquísimo y te atienden rápido, bien y con una gran sonrisa en la cara. Cerveza Cruzcampo de botellín o tirador fresquita, manzanilla o vino tinto, hay para elegir.

En cuanto a la carta no es extensa, se limita a las mismas cosas preparadas de manera diferente y en diferentes tamaños, es para ir a comer lo que ya sabes que hay, y los precios te sorprenderán.

Platos de chorizo (la especialidad), queso (ofrecen más de cuatro tipos de quesos deliciosos), chacinas en general con picos o pan. Huevos bien cocinados con patatas exquisitas, chorizos frescos a la plancha que se deshacen en la boca, buen pan tostado para acompañar todo el plato.
Si prefieres algo más contundente aun puedes elegir presa, otra de las especialidades de la casa. La carne de buen calidad y cocinada en su punto (puedes elegir entre solomillo, churrasco, secreto...), acompañadas de las ya famosas patatas. No dejará indiferente a nadie.

Los precios de las tapas, que son muy abundantes son de 2,50€, los platos grandes rondan los 9€ y las bebidas 1 a 1,50€. Vamos que por 5€ puedes salir de allí tibio y con el buen sabor de boca de la cocina tradicional, de antaño y muy difícil de encontrar hoy día.

Valoración:

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Restaurante Jacarandá (Especial Higuera de la Sierra)

Este puente del Corpus tuve la inmensa suerte de poder irme a desconectar a la sierra, estando allí probé un restaurante al que sin duda pienso volver, os hablo de Jacarandá, en la misma Plaza del Ayuntamiento del pequeño pueblo Higuera de la Sierra (Huelva).

El Restaurante Jacarandá es un lugar típico, con decoración rústica combinando la extraña sensación de restaurante de pueblo rural con la cocina moderna y novedosa. Es amplio, tiene las conocidas máquinas tragaperras y los helados con sus carteles para elegir, una barra y algunas mesas de madera, pero a parte tiene un patio decorado con mesas y sillas de enea, muy andaluz, con sus macetas y sus azulejos rojos. Allí decidimos comer ya que el clima acompañaba y el lugar era apetecible y tranquilo.

El servicio fue estupendo, nos atendió una chica extranjera muy educada y simpática. Para beber pedimos cervezas y refrescos y el primer punto a favor empezó aquí, nos pusieron las cervezas en copas enormes de vino, fresquísimas y exquisitas.

Para cenar pedimos Migas con huevo, dos raciones, estupendas. Presentado como un buen plato lleno de migas con dos huevos encima (en la segunda ración le dijimos que nos pusiera tres huevos y no hubo problema), estaban buenísimas, un poco saladas.

Aparte decidimos pedir una ración de presa ibérica a la brasa con patatas, la sirvieron en un gran plato, cortadas en pequeños trozos con sal por encima y todas las patatas debajo, las patatas además de ser cortadas a mano estaban fritas en aceite de oliva. La carne estaba muy sabrosa, pero de nuevo un pelín salada.

Para rematar la faena pedimos una tapa de cabrillas, la presentación fue en la típica cazuelita de barro, las cabrillas ardían y estaban exquisitas, bastante picantes pero buenísimas, eso sí, la tapa era muy escasa.

No probamos los postres porque la verdad es que con las tres raciones y la tapa no podíamos más, estábamos llenos y satisfechos, y más satisfechos aun nos quedamos cuando llegó la cuenta, pagamos 10 € por persona (éramos cuatro).

Pienso volver en cuanto pueda, y además me quedé con muchas ganas de probar gran parte de la carta que me ofrecieron, recuerdo flamenquín crujiente, berenjenas fritas con miel y solomillo de buey, aunque nos dieron una larga lista de tapas y raciones.

Valoración:

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Mesón Casa Luciano

¿En la sierra de Aracena? No, en el mismo corazón del barrio de Triana podemos degustar unas maravillosas carnes a la brasa que nos recordarán, al menos a mí, a casas antiguas de pueblos pequeños, con sus chimeneas humeante y chisporroteantes y al olorcillo de la carne haciéndose entre el carbón y los leños.

El mesón del que os voy a hablar es en un local familiar, con rústico y clásico mobiliario que denotan el paso del tiempo por él, el excelente trato del personal me hace pensar que son muchos los años que llevan entre aquellas paredes, ya que saben en cada momento cual es su papel.

El sábado pasado fui a la hora punta, las 14:30, y para nuestro asombro no había más que tres o cuatro mesas ocupadas, en general familias o parejas de cierta edad. Nada más sentarnos, nos trajeron un plato de taquitos de jamón, por cuenta de la casa y a los pocos la carta, le echamos un vistazo, los precios no son baratos en comparación con otro tipo de bares, pero en relación calidad-precio los veo bastante parejos. En ella podemos encontrar entrantes, carnes, pescados, vinos y postres.

El chorizo a la brasa fue nuestro plato elegido para abrir boca, un suculento chorizo humeante hacía aparición en la mesa, cortado a rodajitas, la cantidad no era abundante pero su sabor era intenso y su aroma embriagador.

Como plato pedimos “chuletitas de cordero”, que delicia, en su punto, la grasa que tienen, estaba crujiente y sabrosa, la carne tierna con ese toque a brasa que le da el horno tradicional. Nos pusieron ocho por ración y sinceramente, no pude acabármelas. Además pedimos una ración pequeña de patatas para los dos, más que suficiente. Y si tengo que criticar algo, aunque me es muy difícil, las patatas me hubieran gustado un poco menos hechas, pero eso ya es algo más bien subjetivo. Lo que si debo destacar es la presentación, comprendo que quieran destacar el producto tal cual, como materia prima, pero las chuletas se veían descolocadas y tristes en una bandeja tan grande, como podréis ver en las fotos. Con el chorizo pasaba algo por el estilo, un mayor cuidado de este punto les haría ganar en calidad al cliente.


Para culminar este almuerzo, nos trajeron bombones helados y un par de chupitos, vodka caramelo y limoncello.

¿Qué mejoraría de este restaurante? Lo que previamente he comentado, el mobiliario es demasiado antiguo, aunque de eso no se come. La presentación deja bastante que desear, ya que la comida lo primero que hace es entrar por los ojos.

Respecto al precio, a los que no os guste gastar un poco más, absteneros, es un sitio de calidad, nada de comer en cinco minutos y salir corriendo, es un sitio para disfrutar con sus platos y sus vinos. En general, es un buen sitio para ir un día especial.

Valoración: 

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